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Por Unknown On 9:58 a.m. | Archivado en | Con 0 comentarios
Inspeccionar puntos de la capa de hielo de Groenlandia, o de la capa de la Antártida, no es un trabajo fácil para el Ser Humano. En un entorno hostil, con temperaturas muy bajas, la amenaza de ventiscas polares, y un aislamiento capaz de poner en peligro de muerte a la persona que sufra un accidente, parece que los robots son los entes más adecuados para llevar este estilo de vida. La investigación valiéndose de robots polares de superficie es menos costosa que el uso de aeronaves o satélites (las plataformas más usuales), y además permite investigar in situ los lugares que requieran de atención especial.

El robot GROVER, llamado así a partir de las siglas de la definición en inglés Greenland Rover and Goddard Remotely Operated Vehicle for Exploration and Research), es un robot autónomo, que se nutre de energía solar, y que lleva un radar de penetración terrestre para estudiar cómo se acumula con el paso del tiempo la nieve, capa sobre capa, en la gruesa corteza de hielo de Groenlandia.

La primera fase de desarrollo del prototipo de GROVER que ha sido probado recientemente en Groenlandia se realizó en 2010 y 2011, antes de una fase de perfeccionamiento, con ayuda de la NASA, en la Universidad Estatal de Boise en Idaho, Estados Unidos. Un prototipo de GROVER, sin sus paneles solares, fue probado en enero de 2012 en una estación de esquí de Idaho.

El equipo de científicos encargado de probar el robot en Groenlandia ha estado encabezado por la glacióloga Lora Koenig del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland.
El prototipo de GROVER, con el aspecto de un tanque, alcanza unos 180 centímetros de altura, incluyendo sus paneles solares. Su peso es de alrededor de 370 kilogramos. El robot es energizado exclusivamente por energía solar, por lo que puede funcionar en zonas polares durante los meses con más luz y sin depender de energías que contaminarían el entorno del robot. Los paneles solares están montados en forma de “V” invertida, lo que les permite recoger la luz solar directa y la luz solar reflejada por la capa de hielo.

En la parte trasera del robot va instalado un radar de penetración de tierra alimentado por dos baterías recargables. El radar envía pulsos de ondas de radio a través de la capa de hielo, y mediante el análisis de cómo las ondas rebotan, es posible obtener datos sobre las características principales de los estratos.



Un prototipo de GROVER, menos sus paneles solares, se puso a prueba en enero de 2012 en una estación de esquí en Idaho. El ordenador portátil que aparece a lomos del robot se usó sólo para unas pruebas y no forma parte del prototipo final. (Foto: Gabriel Trisca, Universidad Estatal de Boise)

GROVER circula a una velocidad media de 2 kilómetros por hora (1,2 millas por hora). Debido a que el Sol nunca se pone durante el verano ártico, GROVER puede trabajar en cualquier momento del día o de la noche, y se espera que en misiones sucesivas sea capaz de trabajar más tiempo y recopilar más datos que un ser humano en una motonieve (trineo a motor).

Gabriel Trisca, de la Universidad Estatal de Boise, desarrolló el software de GROVER.

Hans-Peter Marshall, un glaciólogo de la misma universidad, aportó su experiencia en los pequeños radares autónomos, con bajo consumo de energía, que fueron instalados en el robot.

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