1596
- 1650
René Descartes es un filósofo integral cuya obra Géométrie [Geometría] ha jugado un papel muy importante tanto en su sistema filosófico global cuanto en la historia del pensamiento matemático. Por esta razón es de gran provecho releerla de nuevo para comprender la evolución de dicho pensamiento antes y después de Descartes.
Descartes fue educado en el colegio de los jesuítas de La Flèche de Anjou. Ingresó a los nueve o diez años y permaneció en la institución hasta 1615. Al parecer, por motivos de salud, se le permitía permanecer en la cama hasta las once de la mañana, una costumbre que Descartes mantendría a lo largo de toda su vida.
1596
- 1650
En
La Flèche estudió fundamentalmente
a los clásicos, filosofía y lógica
en la tradición aristotélica.
En cambio, bajo la influencia de Clavius, del
Collegio Romano ---el centro en el
cual se formaban los cuadros de los jesuítas---,
los centros educativos de esta orden prestaron
un especial interés por las matemáticas
de la época. Así pues, Descartes,
bajo la atenta mirada del padre Jean François,
entró en contacto con los textos matemáticos
de la época probablemente a través
de la obra crítica de Clavio.
Sin embargo, según expone el propio Descartes en la introducción al Discours de la méthode [Discurso del método] las enseñanzas que recibió no le satisfacían, exceptuando las de la matemática porque proporcionaban un conocimiento verdadero. La verdad como garantía del conocimiento es uno de los leitmotivs de Descartes a lo largo de toda su filosofía. Por esta razón pensó que toda forma de pensamiento debería basarse en los mismos principios en los que se basaban las matemáticas: simplicidad y claridad. Estas bases se hallan expuestas de forma específica en las inacabadas Regulæ ad directionem ingeniï [Reglas para la dirección del espíritu] y en el ya citado Discurso del método.
Los estudios de derecho los realizó en la Universidad de Poitiers, en donde obtuvo el grado en 1616. Este mismo año se alistó en la escuela militar de Breda. En 1618, cuando estaba estudiando matemáticas y mecánica bajo el influjo del científico holandés Isaac Beeckman, se planteó la necesidad de establecer una ciencia unificada que fuese apta y útil para el estudio de la Naturaleza. Esta concepción de la unidad del conocimiento no le abandonaría jamás. En 1619 se unió al ejército de Baviera.
Entre 1620 y 1628 viajó por Europa. En 1623, hallándose en París, entró en contacto con el padre mínimo Marin Mersenne, circunstancia indispensable para poder mantener un nexo vivo y permanente con el resto de eruditos de Europa. Viajó a Italia para conocer a Galileo Galilei, pero la fortuna no le acompañó y nunca llegó a producirse el encuentro.
Cuando en 1628 decidió retirarse de la vida cortesana de París y establecerse definitivamente en un lugar tranquilo, eligió Holanda ---los Países Bajos--- en los que permaneció los siguientes veinte años. Fueron años de reflexión, de meditación, de trabajo, y de producción. Se ha dicho que Descartes, descontento con las enseñanzas que se impartían en los Centros más prestigiosos basadas en los textos de los filósofos de la Antigüedad, se propuso substituirlas por su nueva visión del conocimiento. Recién acabado de establecerse en Holanda, inició esta tarea con un tratado de filosofía de la naturaleza, Le Monde, ou Traité de la lumière [El Mundo, o Tratado de la luz]. Se basaba en las ideas copernicanas, defendidas por Galileo. Pero cuando éste fue condenado por el Santo Oficio de Roma, decidió no publicar su tratado
Sin embargo, según expone el propio Descartes en la introducción al Discours de la méthode [Discurso del método] las enseñanzas que recibió no le satisfacían, exceptuando las de la matemática porque proporcionaban un conocimiento verdadero. La verdad como garantía del conocimiento es uno de los leitmotivs de Descartes a lo largo de toda su filosofía. Por esta razón pensó que toda forma de pensamiento debería basarse en los mismos principios en los que se basaban las matemáticas: simplicidad y claridad. Estas bases se hallan expuestas de forma específica en las inacabadas Regulæ ad directionem ingeniï [Reglas para la dirección del espíritu] y en el ya citado Discurso del método.
Los estudios de derecho los realizó en la Universidad de Poitiers, en donde obtuvo el grado en 1616. Este mismo año se alistó en la escuela militar de Breda. En 1618, cuando estaba estudiando matemáticas y mecánica bajo el influjo del científico holandés Isaac Beeckman, se planteó la necesidad de establecer una ciencia unificada que fuese apta y útil para el estudio de la Naturaleza. Esta concepción de la unidad del conocimiento no le abandonaría jamás. En 1619 se unió al ejército de Baviera.
Entre 1620 y 1628 viajó por Europa. En 1623, hallándose en París, entró en contacto con el padre mínimo Marin Mersenne, circunstancia indispensable para poder mantener un nexo vivo y permanente con el resto de eruditos de Europa. Viajó a Italia para conocer a Galileo Galilei, pero la fortuna no le acompañó y nunca llegó a producirse el encuentro.
Cuando en 1628 decidió retirarse de la vida cortesana de París y establecerse definitivamente en un lugar tranquilo, eligió Holanda ---los Países Bajos--- en los que permaneció los siguientes veinte años. Fueron años de reflexión, de meditación, de trabajo, y de producción. Se ha dicho que Descartes, descontento con las enseñanzas que se impartían en los Centros más prestigiosos basadas en los textos de los filósofos de la Antigüedad, se propuso substituirlas por su nueva visión del conocimiento. Recién acabado de establecerse en Holanda, inició esta tarea con un tratado de filosofía de la naturaleza, Le Monde, ou Traité de la lumière [El Mundo, o Tratado de la luz]. Se basaba en las ideas copernicanas, defendidas por Galileo. Pero cuando éste fue condenado por el Santo Oficio de Roma, decidió no publicar su tratado
1596 - 1650
A pesar de que nunca perdió el contacto,
a través de Mersenne, con los pensadores
franceses e ingleses, ni tampoco con Beeckmann,
en Holanda conoció, entre otros, a Mydorge,
Hortensius, Huygens, y Frans van Schooten. Con
alguno de ellos se estableció una auténtica
amistad. Ellos le instaron para que publicara
sus ideas, lo cual Descartes hizo con un tratado
sobre ciencia que tenía por título
Discours de la méthode pour bien conduire sa raison et chercher la Verité dans les Scienes, plus trois Essais, La Dioptrique, Les Météors, et la Géométrie [Discurso del método para razonar correctamente y buscar la verdad en las ciencias, seguido de tres Ensayos, La Dióptrica, Los Meteoros, y la Geometría]. Escrito en francés ``para que lo pudieran entender hasta las mujeres", se publicó en Leyden en 1637. Refiriéndose a este Tratado, dice a Mydorge
Discours de la méthode pour bien conduire sa raison et chercher la Verité dans les Scienes, plus trois Essais, La Dioptrique, Les Météors, et la Géométrie [Discurso del método para razonar correctamente y buscar la verdad en las ciencias, seguido de tres Ensayos, La Dióptrica, Los Meteoros, y la Geometría]. Escrito en francés ``para que lo pudieran entender hasta las mujeres", se publicó en Leyden en 1637. Refiriéndose a este Tratado, dice a Mydorge
En la Dióptrica y los Meteoros he intentado mostrar que mi método es
superior que el método vulgar, y con la Geometría lo he demostrado.
Primera edición
del “Discours de la Methode” de
R. Descates (1637)
Este texto está íntimamente ligado
con el Tratado, no publicado, de la Luz y también
con un texto inacabado de juventud, las Regulæ.
Con los ensayos pretende ofrecer textos alternativos
a los de óptica, astronomía y
geometría de los currículums habituales.
Además constituyen un ejemplo de la unidad
del pensamiento, por lo menos, por lo que se
refiere a la ciencia. En la Geometría
estudia los óvalos [de Descartes],
que, en la óptica, utiliza para hacer
lentes, en la Dióptrica da las
leyes matemáticas de la reflexión
y de la refracción, y en los Meteoros
las usa para explicar el porqué del arco
iris.
Pero Descartes quería también aportar sus nuevos puntos de vista en los campos de la filosofía, la teología, y la ética. Por esta razón publicó Méditationes de prima philosphia (1641) y Principia Philosophiæ (1644), Les passions de l'âme (1649 ), etc. Los Principia Philosophiæ constan de cuatro partes que versan sobre el conocimiento humano, sobre los principios de las cosas materiales, sobre el mundo visible, y sobre la Tierra. En dicho tratado sostiene ---en la línea de Galileo--- que el estudio del universo debe reducirse a la matemática a través de una cierta mecánica. Sin embargo, sus presupuestos metafísicos eran muy rígidos ---no aceptaba la posibilidad de la ``acción a distancia", ni tampoco la existencia del vacío, etc.---, y le impidieron darse cuenta de la importancia del fenómeno de la gravedad. En este sentido es paradigmático el ejemplo de su demostración de la ley de la refracción de la Dioptrique, basada más en las ``cualidades", en la línea clásica, de la luz que en un modelo matemático como el que ofrecería Pierre de Fermat, basado en el principio de la mínima acción: ``la luz sigue el camino más breve". Sin embargo, hemos de afirmar, en honor a la verdad, que su mathesis fue bien acogida por los pensadores de la generación siguiente y halló su síntesis ---en el tercer tercio del siglo XVII--- en la obra genial de Isaac Newton y Gottfried Wilhelm Leibniz.
En 1647, con ocasión de un viaje a París, Descartes pudo conocer a Blaise Pascal con el cual sostuvo una discusión acerca de la existencia del vacío en la Naturaleza.
En 1649, cuando Descartes era considerado uno de los sabios más notables de Europa, la reina Cristina de Suecia le persuadió para que se instalase en su corte de Estocolmo. Las consultas de la reina a altas horas de la noche y de la madrugada ---que quebraban las costumbres de Descartes--- junto con el rigor del frío en Suecia en invierno, llevaron a Descartes a contraer, a los pocos meses de estancia en Estocolmo, una neumonía que pondría fin a su vida el 11 de febrero de 1650, cuando aún no había cumplido 54 años.
Pero Descartes quería también aportar sus nuevos puntos de vista en los campos de la filosofía, la teología, y la ética. Por esta razón publicó Méditationes de prima philosphia (1641) y Principia Philosophiæ (1644), Les passions de l'âme (1649 ), etc. Los Principia Philosophiæ constan de cuatro partes que versan sobre el conocimiento humano, sobre los principios de las cosas materiales, sobre el mundo visible, y sobre la Tierra. En dicho tratado sostiene ---en la línea de Galileo--- que el estudio del universo debe reducirse a la matemática a través de una cierta mecánica. Sin embargo, sus presupuestos metafísicos eran muy rígidos ---no aceptaba la posibilidad de la ``acción a distancia", ni tampoco la existencia del vacío, etc.---, y le impidieron darse cuenta de la importancia del fenómeno de la gravedad. En este sentido es paradigmático el ejemplo de su demostración de la ley de la refracción de la Dioptrique, basada más en las ``cualidades", en la línea clásica, de la luz que en un modelo matemático como el que ofrecería Pierre de Fermat, basado en el principio de la mínima acción: ``la luz sigue el camino más breve". Sin embargo, hemos de afirmar, en honor a la verdad, que su mathesis fue bien acogida por los pensadores de la generación siguiente y halló su síntesis ---en el tercer tercio del siglo XVII--- en la obra genial de Isaac Newton y Gottfried Wilhelm Leibniz.
En 1647, con ocasión de un viaje a París, Descartes pudo conocer a Blaise Pascal con el cual sostuvo una discusión acerca de la existencia del vacío en la Naturaleza.
En 1649, cuando Descartes era considerado uno de los sabios más notables de Europa, la reina Cristina de Suecia le persuadió para que se instalase en su corte de Estocolmo. Las consultas de la reina a altas horas de la noche y de la madrugada ---que quebraban las costumbres de Descartes--- junto con el rigor del frío en Suecia en invierno, llevaron a Descartes a contraer, a los pocos meses de estancia en Estocolmo, una neumonía que pondría fin a su vida el 11 de febrero de 1650, cuando aún no había cumplido 54 años.
Descartes dejaba una obra
importante y sobretodo novedosa. Pero, con la
perspectiva del tiempo ---sin pretender cuestionar
en absoluto su importancia como pensador global
y como filósofo de una influencia decisiva
en el pensamiento occidental moderno---, podemos
afirmar que, de entre todas, la obra que realmente
supuso una revolución en la manera de
entender la disciplina de la que trataba es
la Géométrie. Todavía mantiene,
en gran parte, toda su vigencia. Es por esta
razón que le dedicaremos un poco más
de atención que al resto de sus obras.
La importancia
matemática de “La géometrie”
hizo que, poco después de su aparición,
se publicara separadamente del Discurso
Los
problemas de la geometría griega eran,
según la clasificación de Pappos,
de tres tipos: planos, sólidos y grámicos,
según que, para resolverlos, bastasen
la regla y el compás, se requiriese además
alguna de las secciones cónicas o, en
fin, algún tipo de curva que no fuese
ninguna de éstas, como la cuadratriz,
la espiral de Arquímedes, la concoide,
la cisoide, etc. Ahora bien, en la época
de Descartes, se dispone de un lenguaje nuevo
gracias a las aportaciones de muchos ilustres
geómetras, de entre los cuales, en Francia,
cabe destacar a François Viète.
Este nuevo lenguaje permite expresar ciertas
curvas, no ya por medio de una característica
geométrica definitoria, sino por medio
de una expresión algebraica cerrada que,
en el más simple de los casos, es una
ecuación polinómica en dos variables.
Con este bagaje Descartes, en el Libro I, De los problemas resolubles por medio de rectas y circunferencias, analiza los problemas que los griegos resolvían con el uso exclusivo de la regla y el compás, observando que, con estos instrumentos, puede sumar, restar, multiplicar, y dividir dos segmentos dados, y obtener un nuevo segmento cuya longitud sea, respectivamente, la suma, diferencia, producto, y cociente de las longitudes de los segmentos dados. Y, además, puede extraer la raíz cuadrada de un segmento dado. En breve, dados dos segmentos de longitudes a y b, puede construir los segmentos cuyas longitudes resepctivas sean a+b,a-b, ab, a/b, y . Para ello, sin embargo, Descartes precisa de un segmento unidad al cual referir las longitudes de los restantes segmentos rectilíneos. Con esta lectura algebraica de la geometría Descartes rompe con dos de los presupuestos epistemológicos de la geometría griega:
Con este bagaje Descartes, en el Libro I, De los problemas resolubles por medio de rectas y circunferencias, analiza los problemas que los griegos resolvían con el uso exclusivo de la regla y el compás, observando que, con estos instrumentos, puede sumar, restar, multiplicar, y dividir dos segmentos dados, y obtener un nuevo segmento cuya longitud sea, respectivamente, la suma, diferencia, producto, y cociente de las longitudes de los segmentos dados. Y, además, puede extraer la raíz cuadrada de un segmento dado. En breve, dados dos segmentos de longitudes a y b, puede construir los segmentos cuyas longitudes resepctivas sean a+b,a-b, ab, a/b, y . Para ello, sin embargo, Descartes precisa de un segmento unidad al cual referir las longitudes de los restantes segmentos rectilíneos. Con esta lectura algebraica de la geometría Descartes rompe con dos de los presupuestos epistemológicos de la geometría griega:
1) Todo segmento tiene asignada
una longitud ---un número---,
con independencia del carácter conmensurable
o inconmensurable del valor de dicha longitud.
2) El producto de dos o tres segmentos es un segmento y no un rectángulo o un paralelepípedo, con lo que el problema de la dimensión geométrica deja de ser un impedimento para la generalización. Es posible multiplicar más de tres segmentos.
La transcripción algebraica le permite afirmar:
Las ecuaciones de segundo grado son resolubles con regla y compás.
Y puede mostrar cómo hay que hacerlo para resolverlas geométricamente. Conviene recordar en todo momento que lo que Descartes hace ---así lo indica en título del ensayo, Géométrie--- es geometría. De ahí la importancia de una construcción geométrica efectiva y completa.
Además, en uno de aquellos momentos de genialidad que le caracterizan, afirma que:
Cualquier problema resoluble con regla y compás lleva siempre, en última instancia, a una ecuación de segundo grado
Esta afirmación será precisada y demostrada doscientos años más tarde, en 1837, por Jean Pierre Wantzel.
Sin embargo, el filósofo era consciente que su método debía ir más allá y resolver problemas que, en la geometría griega, eran difícilmente resolubles o incluso eran imposible resolver. Por esta razón plantea, a modo de colofón del Libro I, el problema de las tres y las cuatro rectas que había sido estudiado por Apolonio y resuelto parcialmente por Pappos. En síntesis, establece:
Dadas cuatro rectas, dos de las cuales pueden ser la misma, el lugar geométrico de los puntos C del plano tales que el producto de las distancias a dos de las rectas es proporcional al producto de las distancias a las otras en una proporción dada, es una sección cónica.
El éxito de Descartes es doble. Por un lado, puede reescribir el problema en función de las coordenadas x,y del punto C. Obtiene una ecuación general de segundo grado en x,y.
Entonces, en el Libro II, establece:
Toda ecuación de la forma
es una cónica y su naturaleza depende del signo del discriminante .
Se plantea entonces la cuestión:
2) El producto de dos o tres segmentos es un segmento y no un rectángulo o un paralelepípedo, con lo que el problema de la dimensión geométrica deja de ser un impedimento para la generalización. Es posible multiplicar más de tres segmentos.
La transcripción algebraica le permite afirmar:
Las ecuaciones de segundo grado son resolubles con regla y compás.
Y puede mostrar cómo hay que hacerlo para resolverlas geométricamente. Conviene recordar en todo momento que lo que Descartes hace ---así lo indica en título del ensayo, Géométrie--- es geometría. De ahí la importancia de una construcción geométrica efectiva y completa.
Además, en uno de aquellos momentos de genialidad que le caracterizan, afirma que:
Cualquier problema resoluble con regla y compás lleva siempre, en última instancia, a una ecuación de segundo grado
Esta afirmación será precisada y demostrada doscientos años más tarde, en 1837, por Jean Pierre Wantzel.
Sin embargo, el filósofo era consciente que su método debía ir más allá y resolver problemas que, en la geometría griega, eran difícilmente resolubles o incluso eran imposible resolver. Por esta razón plantea, a modo de colofón del Libro I, el problema de las tres y las cuatro rectas que había sido estudiado por Apolonio y resuelto parcialmente por Pappos. En síntesis, establece:
Dadas cuatro rectas, dos de las cuales pueden ser la misma, el lugar geométrico de los puntos C del plano tales que el producto de las distancias a dos de las rectas es proporcional al producto de las distancias a las otras en una proporción dada, es una sección cónica.
El éxito de Descartes es doble. Por un lado, puede reescribir el problema en función de las coordenadas x,y del punto C. Obtiene una ecuación general de segundo grado en x,y.
Entonces, en el Libro II, establece:
Toda ecuación de la forma
es una cónica y su naturaleza depende del signo del discriminante .
Se plantea entonces la cuestión:
¿Tiene
sentido plantear el resolver el problema cuando
hay más de cuatro rectas?
¿Es posible resolverlo?
¿Es posible resolverlo?
La respuesta
es afirmativa:
No
hay limitaciones espaciales y cualquier problema
lleva a una ecuación polinómica.
Entonces
Descartes plantea y resuelve el más
simple de los problemas aún por
resolver. Es el problema de las cinco rectas,
cuatro de las cuales son paralelas y equidistantes
y la quinta es perpendicular a todas ellas.
Obtiene la cúbica semiparabólica:
.
Así pues, de lo que se trata es
.
Así pues, de lo que se trata es
1) de
caracterizar las ecuaciones polinómicas
y
2) de
ver, de alguna manera, si las ecuaciones polinómicas
corresponden a problemas
geométricos.
geométricos.
Por
lo que, a la primera cuestión se refiere,
Descartes decide que las únicas curvas
que podemos considerar como geométricas
son aquellas que admiten una caracterización
algebraica polinómica, aun cuando, para
él, esta caracterización sea siempre
subsidiaria. Lo importante es que procedan de
un problema geométrico en el cual se
dé una teoría de la proporción
dependiente. Las curvas cuya teoría
de la proporción es independiente,
las llama mecánicas y las excluye de
la Geometría. Esto será criticado
muy vehementemente por Leibniz
que introducirá las curvas algebraicas
---son las cartesianas--- y las curvas trascendentes
---son las que trascienden el álgebra.
Para
Descartes las curvas geométricas deben
ser construíbles con algún ingenio
que tenga la misma precisión que la regla
y el compás. No hay razón alguna,
según Descartes, para limitarse a estos
dos instrumentos a la hora de resolver problemas
geométricos. De ahí los compases
que Descartes ofrece justo al inicio del Libro
II, De la Naturaleza de las curvas.
Es curioso observar que, con el segundo de sus
compases, se puede construir la cúbica
semiparabólica que resuelve el problema
de las cinco rectas que acaba de analizar. Además
se pueden fabricar curvas de cualquier grado.
Sin embargo, Descartes no plantea el problema
de si toda curva geométrica va asociada
a algún tipo de compás que permita
construirla.
De ahí
la importancia de la segunda cuestión
planteada:
Toda
curva polinómica proviene de un problema
geométrico.
Descartes
lo resuelve afirmando que
Toda
curva geométrica ---polinómica---
proviene de algún problema de las 2n-1
o 2n rectas.
Sin
embargo, como observaría Newton, esta
afirmación es falsa.
A pesar
de que la ecuación de una curva sea,
para Descartes, algo subsidiario, el geómetra
advierte la importancia que tiene conocer la
ecuación de una curva para poder determinar
elementos geométricos de la curva, cuales
son el centro, el vértice, los ejes,
los diámetros, etc. Pero va mucho más
lejos y resuelve ``el problema más difícil
que podía imaginar".
Página del Libro
II de “La géometrie” de Descartes
Este
problema consiste en determinar el ángulo
que forman dos curvas. Recordemos toda la discusión
de la época escolástica acerca
del ángulo de contacto que debía
ser más pequeño que cualquier
ángulo rectilíneo sin ser nulo,
poniendo en tela de juicio la imposibilidad
de la existencia de los infinitésimos.
El ángulo que forman dos curvas se mide
por medio del ángulo que forman las normales
de las curvas en el punto de contacto. Es preciso,
pues, determinar la normal a una curva en un
punto.
Para
ello Descartes introduce el círculo
osculador de una curva, adelantándose
a la curvatura de una curva y al
radio de curvatura. El círculo
osculador a una curva en
un punto C de la misma, es aquel círculo
que la toca pero no la corta. Es decir, que
es tangente a la curva en el punto C. Su radio
OC, en donde O es el centro de dicho círculo,
nos da la dirección de la normal a la
curva en el punto C. Pero,
¿Cómo
podemos determinar el círculo osculador
a la curva ,
en el punto C?
La respuesta
de Descartes, de este problema geométrico,
es algebraica. Bastará que el círculo
y la curva se corten en un punto doble. Es decir,
tenemos la ecuación de la curva y la
ecuación de la circunferencia del círculo
osculador: Si eleminamos, por ejemplo, y, obtenemos
una ecuación polinómica que
debe tener un a raíz doble x=a. Esto,
según Descartes, lo podemos expresar
en la forma:
,
en donde es un polinomio que corrige el grado de y que se obtiene por el método de los coeficientes indeterminados, un método introducido por Descartes y también, simultáneamente, por Fermat. Ello permite determinar finalmente los parámetros v y s, teniendo en cuenta que a es x.
,
en donde es un polinomio que corrige el grado de y que se obtiene por el método de los coeficientes indeterminados, un método introducido por Descartes y también, simultáneamente, por Fermat. Ello permite determinar finalmente los parámetros v y s, teniendo en cuenta que a es x.
Todo
ello lo puede aplicar entonces Descartes a la
óptica y a la fabricación de lentes.
Introduce los famosos óvalos
[de Descartes] y los analiza.
Sin
embargo para una comprensión cabal de
su exposición hacía falta familiarizarse
con el lenguaje del álgebra y con las
técnicas de resolución de ecuaciones
polinómicas. Además, los matemáticos
griegos habían planteado, y resuelto,
problemas que no eran planos como la trisección
del ángulo y la duplicación
del cubo. Por esta razón Descartes
ofrece un tercer Libro, De la construcción
de los problemas sólidos y más
que sólidos, en el cual expone los
rudimentos del lenguaje algebraico de los polinomios,
entre los cuales incluye la famosa regla
de los signos que, según John Wallis,
ya era conocida con anterioridad por Thomas
Harriot. Nos indica la manera de resolver las
ecuaciones cúbicas y las cuárticas,
en cuyo caso ofrece un método personal
de una gran originalidad:
Toda
cuártica se puede descomponer como el
producto de dos ecuaciones de segundo grado,
los coeficientes de las cuales se obtienen,
por el método de los coeficientes indeterminados,
resolviendo una ecuación cúbica.
Formalmente, dada la cuártica reducida
, hacemos
Entonces basta determinar los números reales , , , lo cual siempre es posible. Después basta resolver las dos ecuaciones de segundo grado, si ello es posible.
Entonces basta determinar los números reales , , , lo cual siempre es posible. Después basta resolver las dos ecuaciones de segundo grado, si ello es posible.
Este
método sería el que elegiría
Leonhard Euler para resolver una ecuación
polinómica en general, pero no podemos
garantizar que, para grados superiores, podamos
resolver las ecuaciones que permiten determinar
los coeficientes de las ecuaciones de segundo
grado.
Descartes,
además, establece el enunciado del teorema
fundamental del álgebra en los términos
Podemos
imaginar que una ecuación polinómica
tiene tantas raíces como el grado.
De ahí
el nombre de número imaginario que
se dio a las raíces no reales de las
ecuaciones polinómicas. El primer intento
por demostrar este teorema lo debemos a Jean
le Rond d'Alembert y data de 1746. Para Descartes,
sin embargo, las únicas raíces
aceptables son las reales positivas ---que llama
raíces positivas. Las negativas---que
llama falsas--- son aceptables porque
son las raíces de la ecuación
polinómica que se obtiene al substituir
X por -X.
Pero
fiel a su propósito geométrico,
Descartes se ve obligado a dar una interpretación
geométrica de las ecuaciones cúbicas
y cuárticas. Entonces establece que toda
cuártica se puede resolver cortando un
círculo y una cónica adecuados.
Establece con toda claridad la equivalencia
que hay entre resolver una cúbica irreducible
en el sentido de Gerolamo Cardano ---de discriminante
negativo--- y la trisección del un ángulo,
mientras que las cúbicas no irreducibles
equivalen a saber doblar un cubo. Da un método
geométrico para trisecar un ángulo
dado.
El carácter
generalizador de su método lo lleva a
preguntarse como podemos resolver geométricamente
una ecuación polinómica, en general.
Pero, en realidad, sólo lo hace para
las quínticas y las séxticas.
La idea consiste en cortar una circunferencia
con una curva adecuada ---en el caso de las
ecuaciones de segundo grado, con una recta;
en el caso de las cúbicas y cuárticas,
con una cónica. Pues bien, en el caso
de las quínticas y las séxticas
se puede recurrir a la cúbica semiparabólica
que ha obtenido en el caso de las cinco rectas,
con lo que su obra se cierra con una unidad
que parecía difícil de conseguir.
No es
ésta la única aportación
que Descartes hizo a la matemática ---recordemos
su método para aproximar con regla y
compás la longitud de una circunferencia
de radio dado, sus contribuciones en aritmética,
su intento por resolver el problema de deBaunne,
su aproximación a la fórmula de
Euler-Poincaré, las curvas algebraicas
que introdujo, como los óvalos, el folio,
etc.---, pero es sin duda la más importante
de todas y una de las más importantes
de la primera mitad del siglo XVII y uno de
los textos básicos de toda la historia
de la matemática. En él, Descartes
no sólo introduce la geometría
analítica o cartesiana sino que
pone los cimientos de la geometría
algebraica.
Fuente: uptc.edu.co
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