Los resultados de un estudio realizado por expertos de la Universidad de
Cambridge en el Reino Unido y del Consejo de Defensa de los Recursos
Naturales indican que, cuando se toman en cuenta los costos sanitarios
asociados a la contaminación del medio ambiente por las energías sucias,
y los costos asociados a los efectos nocivos del cambio climático, se
llega a la conclusión de que en realidad es menos costoso producir
electricidad con turbinas eólicas y paneles solares que con centrales
eléctricas alimentadas con carbón.
De hecho, y usando las estimaciones oficiales del gobierno estadounidense sobre los costos medioambientales y sanitarios de la quema de combustibles fósiles, los autores del nuevo estudio muestran que a largo plazo resulta más barato sustituir una central eléctrica de carbón típica por un parque eólico que mantener en marcha la vieja central.
El trabajo hecho por Chris Hope de la Universidad de Cambridge, así como Laurie Johnson y Starla Yeh del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, con sede en la ciudad estadounidense de Nueva York, muestra que Estados Unidos, y seguramente muchos otros países, pueden reducir la polución generada por las centrales eléctricas de una manera que además supondrá un ahorro neto de dinero, si sustituyen la quema de carbón por opciones más limpias, como la energía eólica, la energía solar e incluso el gas natural.
"La quema de carbón es una forma muy costosa de generar electricidad; hay maneras más eficaces y sostenibles de lograrlo", subraya Johnson. "Podemos reducir los costos en sanidad y en afrontar daños causados por el cambio climático a la vez que reducimos la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que aportamos a la atmósfera y que contribuye al calentamiento global".
De hecho, y usando las estimaciones oficiales del gobierno estadounidense sobre los costos medioambientales y sanitarios de la quema de combustibles fósiles, los autores del nuevo estudio muestran que a largo plazo resulta más barato sustituir una central eléctrica de carbón típica por un parque eólico que mantener en marcha la vieja central.
El trabajo hecho por Chris Hope de la Universidad de Cambridge, así como Laurie Johnson y Starla Yeh del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, con sede en la ciudad estadounidense de Nueva York, muestra que Estados Unidos, y seguramente muchos otros países, pueden reducir la polución generada por las centrales eléctricas de una manera que además supondrá un ahorro neto de dinero, si sustituyen la quema de carbón por opciones más limpias, como la energía eólica, la energía solar e incluso el gas natural.
"La quema de carbón es una forma muy costosa de generar electricidad; hay maneras más eficaces y sostenibles de lograrlo", subraya Johnson. "Podemos reducir los costos en sanidad y en afrontar daños causados por el cambio climático a la vez que reducimos la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que aportamos a la atmósfera y que contribuye al calentamiento global".
El nuevo estudio indica que energías limpias como la eólica son más baratas que las sucias como el carbón cuando se tienen en cuenta los costes económicos de los daños para la salud, la agricultura y el medio ambiente en general que provocan éstas últimas. (Imagen: Amazings / NCYT / JMC)
Hace algún tiempo, la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Energía y otras ocho agencias federales de Estados Unidos midieron en un trabajo conjunto el valor económico de esos daños, reflejándolos en una fórmula oficial conocida como el "Costo Social del Carbono" (SCC por sus siglas en inglés).
Este valor es perfecto para calcular los beneficios económicos obtenibles (en otras palabras, el dinero ahorrable al evitar daños) mediante la reducción de la contaminación por dióxido de carbono y otras sustancias nocivas liberadas por la quema de carbón y otros combustibles fósiles.
Para el nuevo estudio se tuvo en cuenta esta fórmula, y también las
estimaciones gubernamentales de los daños que puede causar el dióxido de
azufre, que es otra sustancia contaminante que se libera
simultáneamente con el CO2. Cada año, el dióxido de azufre causa miles
de muertes prematuras, enfermedades respiratorias, dolencias cardiacas y
un sinnúmero de daños a los ecosistemas naturales y agrícolas, todo lo
cual, como es obvio, tiene costes económicos.
Johnson argumenta que el cambio climático ya está provocando una mayor incidencia de olas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales y tormentas. Y, en el caso de Estados Unidos, afirma que esa meteorología extrema causó en 2012 daños por valor de más de 140.000 millones de dólares. Los contribuyentes estadounidenses tuvieron que pagar de sus bolsillos casi 100.000 millones de dólares de esa "factura" de 140.000 millones, según un informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales publicado en mayo de 2013. "Estos daños seguirán creciendo de manera inexorable si no se hace nada para reducir la contaminación", advierte Johnson.
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Johnson argumenta que el cambio climático ya está provocando una mayor incidencia de olas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales y tormentas. Y, en el caso de Estados Unidos, afirma que esa meteorología extrema causó en 2012 daños por valor de más de 140.000 millones de dólares. Los contribuyentes estadounidenses tuvieron que pagar de sus bolsillos casi 100.000 millones de dólares de esa "factura" de 140.000 millones, según un informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales publicado en mayo de 2013. "Estos daños seguirán creciendo de manera inexorable si no se hace nada para reducir la contaminación", advierte Johnson.
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