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Por Unknown On 9:28 a.m. | Archivado en , | Con 0 comentarios
La meteorología terrestre ya es de por sí complicada, como bien saben los meteorólogos, quienes, a pesar de los cuantiosos esfuerzos dedicados a esta ciencia, siguen sin poder aclarar muchos de los entresijos de esa compleja maquinaria natural. Por tanto, más difícil debe ser enfrentarse a la meteorología de mundos en los que ni siquiera existe una superficie propiamente dicha, sino tan solo una atmósfera gigantesca, cuya presión aumenta cada vez más con la profundidad hasta alcanzar condiciones físicas que son difíciles de imaginar.



La investigación de la meteorología de esos mundos ha estado limitada a las capas más altas de sus atmósferas, y es dificultoso valorar hasta qué punto lo observado a esas altitudes puede darnos pistas sobre lo que sucede a mayor profundidad.

Conocer someramente bien la circulación atmosférica no es algo sencillo cuando el escenario es un planeta que carece de una superficie sólida, y en el que, a diferencia de lo que sucede en la Tierra, no existen fronteras claras entre el medio gaseoso (la atmósfera), el líquido (mares, lagos y otras masas de agua) y el sólido (la tierra firme).

Desde que las sondas espaciales descubrieron los fuertes vientos, a veces supersónicos, que a menudo rugen en las atmósferas de dichos planetas, la extensión vertical de estos vientos ha sido un gran enigma.

Las conclusiones de un nuevo estudio aportan una posible estrategia para que la ciencia vislumbre algo de lo que sucede en las profundidades de esos mundos.

El equipo de Yohai Kaspi, del Instituto Weizmann de Ciencia en Israel, y especialistas de este centro, así como de la Universidad de Tel Aviv en el mismo país, y la Universidad de Arizona en Estados Unidos, han determinado la profundidad (o el grosor en altura, por así decirlo) de las corrientes en chorro de Urano y Neptuno.

En Urano y Neptuno, los vientos extremos soplan a velocidades por encima de los mil kilómetros por hora, hay tormentas huracanadas tan grandes como la Tierra, las corrientes en chorro son mucho más veloces que las de nuestro planeta, e imperan sistemas meteorológicos cuyas duraciones se miden por años.

Ambos planetas presentan climas similares, a pesar del hecho de que Urano, por la orientación de su eje de rotación, y a diferencia de todos los demás planetas, está "tumbado" en vez de "erguido", en el sentido de que su eje de rotación está en posición horizontal en vez de vertical, con respecto al plano de su órbita. Esta situación inusual hace, por ejemplo, que un polo de Urano esté encarado al Sol durante el invierno.

Imagen tomada por la sonda espacial Voyager 2 a su paso por Neptuno en agosto de 1989. En el medio se aprecia la Gran Mancha Oscura, acompañada por nubes blancas y brillantes, en proceso de sufrir rápidos cambios en su apariencia. Las velocidades del viento en la región cercana al ecuador alcanzan los 1300 kilómetros por hora, y se mueven en dirección oeste, mientras que los vientos de latitudes más altas van hacia el este, alcanzando un máximo de 900 kilómetros por hora. (Foto: NASA)

El equipo de Kaspi ha llegado a la conclusión de que los chorros de gas observados en la atmósfera se limitan a una "capa meteorológica" de no más de unos mil kilómetros de profundidad.

Aunque por ahora no se planea ninguna misión espacial a Urano y Neptuno para el futuro cercano, Kaspi predice que los resultados del estudio realizado por él y sus colegas serán útiles para el análisis de otro sistema de patrones de circulación atmosférica que pronto será observado de cerca: el de Júpiter. Kaspi y dos de sus colegas son parte del equipo científico de la sonda espacial Juno, de la NASA, que va rumbo a Júpiter. La Juno abandonó la Tierra en 2011. Cuando llegue a Júpiter en 2016, brindará mediciones muy precisas que, si se analizan empleando los mismos métodos que el grupo de Kaspi ha usado para el presente estudio, deberían darles a Kaspi y sus colegas el mismo tipo de información que han obtenido ahora sobre Urano y Neptuno, o sea que podrían averiguar el límite de profundidad de la "capa meteorológica" conocida de Júpiter.

Urano y Neptuno son los planetas más alejados del Sol  y de la Tierra en nuestro sistema solar, y todavía quedan muchas preguntas por responder con respecto  a su formación y composición.

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