El hallazgo contribuirá a esclarecer la naturaleza de los cometas del
cinturón principal (MBC, en su acrónimo inglés), cuerpos que siguen la
órbita de los asteroides pero que, sin embargo, presentan una cola
similar a la de un cometa. El trabajo ha sido realizado por un equipo
español de investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)
y el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA).
No es un asteroide porque, al igual que un cometa, tiene cola. Sin
embargo, tampoco es un cometa porque su órbita sólo podría realizarla un
asteroide. La comunidad científica denomina a esta clase de objetos, de
los que apenas se conoce una docena, cometas del cinturón principal
(MBC, en su acrónimo inglés). Por primera vez, un equipo español de
investigadores ha detectado uno de estos cuerpos tras haberse dividido
en, al menos, cuatro fragmentos menores. El hallazgo, observado a través
del Gran Telescopio Canarias (GTC), supone una oportunidad única para
estudiar la estructura interna de un MBC y descubrir el mecanismo que le
convierte en un asteroide con cola, una suerte de híbrido entre un
asteroide y un cometa.
El trabajo, liderado por el astrofísico del Instituto de Astrofísica de
Canarias (IAC), Javier Licandro, cuenta con la participación de
investigadores adscritos al GTC y del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA). El propio Licandro contextualiza la investigación: “Una
de las dudas en torno a los MBC es el mecanismo por el que eyectan
polvo y forman, como los cometas, una coma y una cola. Los asteroides no
podrían dar pie a la formación de una cola recurriendo a los mismos
mecanismos que emplean los cometas, que lo logran al contener no sólo
rocas sino también hielo en su composición. Hasta hace muy poco se
consideraba que los asteroides se formaban únicamente a base de rocas y
de metales”.
Y añade: “Los MBC no provienen de las mismas regiones de las que vienen
los cometas: el cinturón transneptuniano y la nube de Oort. Estas
regiones están pobladas de cuerpos de hielo y silicatos, hielos que al
calentarse cuando el objeto se acerca al Sol se subliman y arrastran el
polvo formando las colas cometarias. En cambio, los MBC trazan la órbita
típica de un asteroide del cinturón principal y se sabe que
dinámicamente es casi imposible que un cometa adquiera una órbita así”.
El hallazgo del equipo español puede resultar de gran utilidad para
resolver este enigma. En concreto, han observado y caracterizado el MBC
P/2013 R3 (CATALINA-PANSTARRS), localizado a 1,2 unidades astronómicas
de La Tierra (unos 170.000 millones de kilómetros). El objeto acaba de
dividirse en al menos cuatro fragmentos, en un proceso de fragmentación
probablemente similar al que sufren los cometas. “Estas cuatro piezas,
si sobreviven, darían lugar a cuatros nuevos MBC. Es probable que el
núcleo actual y al menos el fragmento más brillante, puedan observarse
en un futuro”, apunta Licandro.
Ahora, prosigue el astrofísico, el grupo del IAC e IAA trata de
determinar los elementos que componen estas cuatro piezas y, con ello,
averiguar por fin cuál es la naturaleza del núcleo de un MBC. En sus
observaciones, los investigadores han empleado el instrumento OSIRIS
del GTC, ubicado en el observatorio del Roque de Los Muchachos (La
Palma), así como el observatorio de Sierra Nevada, en Granada.
IAC
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